sábado, 16 de junio de 2012

Tres momentos con papá

UNO

Teresa es mi mejor amiga, todos los días pasamos dos horas juntas caminando para llegar a la escuela, tenemos tiempo para conversar, jugar y compartir.

Un día Teresa me sorprende:

- Carmen, sabes que tengo mucha pena por ti.

Sorprendida, pregunto por qué.

- Porque no tienes papá; eso deber ser muy triste, sentencia Teresa.

No término de entender el comentario, la expresión de mi compañera de colegio me duele, su pena por mí me duele.

Trato de sobreponerme y le respondo:

- Mi madre es buena.

Muy segura me replica:

- Sí, las mamás son buenas, pero un papá es mucho más bueno.

Totalmente desolada, me defiendo por no tener un padre, pero mis argumentos no convencen a Teresa, ni siquiera a mi misma.

DOS

Este encuentro no estuvo planeado; se produjo -como suele decirse- por avatares de la vida.

Tengo más o menos una hora esperándolo. Parece que mi presencia ha generado comentarios de sus compañeros de trabajo, uno de ellos se acerca y me dice:

- Allá viene Roberto, es el que maneja la camioneta.

Le agradezco por la información.

Es un hombre de estatura mediana, un poco gordo y trigueño. No lo imaginaba tan joven y pienso que seguramente es un hombre que se cuida mucho y por eso luce bastante conservado. Espero que baje del carro y lo abordo.

- Buenas tardes, ¿Usted es Roberto Alejos?

- Sí, con quien tengo el gusto.

- Mi nombre es Carmen Alejos y estoy aquí porque quería conocerlo.

Parece sorprendido, me pregunta el nombre de mi madre, le respondo e inmediatamente alega con firmeza:

- Yo tuve un hijo varón y este murió…

Siento que me voy a desmayar, estoy frente al hombre que me procreó, y para él no existo… Me armo de valor y vuelvo a extender mi mano pero esta vez para despedirme.

- Fue un gusto conocerlo señor Roberto, sólo quería verle el rostro, nada más. Muchas gracias.

Sin dejar que reaccione, me retiro. Mis piernas tiemblan y pienso que me voy a caer, pero sigo adelante.

Mi padrino, que me esperaba a unas cuadras, se acerca y pone en mi boca un pedazo de papa rellena. Me abraza y consuela.

- Tranquila, ya todo pasó…

TRES

En medio de una reunión, suena mi celular, contesto:

- ¿Hola?

- Amiga, soy James.

- Hola amigo, ¿y ese milagro?

- Querida amiga, no tengo buenas noticias, espero que lo tomes con calma.

Su comentario me asusta. James es un compañero del colegio, nuestras familias se conocen bastante bien y por su tono de voz presiento que lo que va a decir debe ser grave.

- Dime, ¿que pasa?

- Se trata de tu papá, ha fallecido en un accidente de tránsito. El hecho ha sucedido ya hace una semana. Creo que es importante que lo sepas...

Mientras escucho a James a través del hilo telefónico, me invade una mezcla de sentimientos, entre pena, frustración e impotencia. Lo veo estrechándome la mano, mirándome con desconcierto, manejando su camioneta... Imágenes de la única vez que lo tuve frente a mí. Todavía siento su rechazo, pero siento también que ya no tendremos la oportunidad de conocernos y reconocernos. Y muy dentro de mí, por primera vez sentí que lo perdí, esta vez para siempre…

Tres momentos en mi vida de la presencia de un padre que nunca tuve, pero que soñé con tener; siempre quise que me cuente sus historias y lecturas, que me ayude a vencer mis miedos, principalmente a los sapos; siempre quise que comentemos los partidos de fútbol, sin duda esperaba que fuese hincha de Alianza Lima, como yo. Pero ese fue un sueño, uno que hoy quiero compartir y que papá lo sepa, aunque ya no esté entre nosotros.