Desde que tengo memoria, el día de mi cumpleaños siempre ha sido una fecha especial, no sólo porque un 12 de octubre nací sino también porque esa fecha -para los habitantes de América- representa la llegada de los europeos al nuevo mundo (dizque descubrimiento) así como también el inicio de la destrucción del Imperio Incaico y de nuestra cultura.
Pero el 12 de octubre y desde hace cierto tiempo también se conmemora el Día de los Pueblos Originarios y del Diálogo intercultural, fecha que nos exhorta a la reflexión pero también nos cuestiona sobre el triste rol que cumplimos en nuestra sociedad respecto a la búsqueda de igualdad de derechos y oportunidades para quienes integramos este país de todas las sangres y todas las razas.
El lunes 12 de octubre cumplía años y la pasé en familia con la gente que quiero. La pasé reflexionando acerca del rol que cumplo en la vida cotidiana, haciendo un balance de lo realizado hasta ahora y de lo que debería hacer en adelante, sobre todo considerando mis raíces, mi origen. No soy la única que a veces se justifica por no contribuir o no hacer nada en beneficio de la sociedad en que vivimos, no soy la única que aduce tener múltiples ocupaciones y necesidades; sin embargo, creo que podemos aprovechar los espacios donde nos desenvolvemos: el trabajo, la familia, las amistades y otros, para aportar, promover y asumir una posición crítica y constructiva respecto a los problemas que atosigan nuestro entorno e impiden que muchos de nuestros hermanos puedan gozar de sus derechos.
Celebrar nuestro cumpleaños es celebrar la vida, renovar nuestro compromiso como ciudadanos. Nuestro aporte puede hacer posible el cambio, un mundo con justicia donde todos y todas puedan ser mejores seres humanos.
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