La Semana Santa es el momento litúrgico más intenso de todo el año. Para vivirla debemos darle a Dios el primer lugar y participar en toda la riqueza de las celebraciones propias de este tiempo. Todo empieza con el Domingo de Ramos y se prolonga hasta el Domingo de Pascua.
Lo importante de este tiempo no es recordar con tristeza lo que Cristo padeció, sino entender por qué murió y resucitó. Es celebrar y revivir su entrega a la muerte por el amor que nos tuvo y el poder de su resurrección.
Esta semana me tocó reflexionar sobre la primera palabra que pronunció Jesús en la cruz. Qué difícil. ¿Cómo entrelazar estas palabras puestas en la boca de Jesús por el evangelista Lucas más de dos mil años atrás, y qué tienen que ver con la realidad de hoy?
La frase dice mucho de lo que fue el pensar y la convicción de Lucas sobre su experiencia con Jesús. El evangelio de Lucas es el de la reconciliación, de la compasión y del espíritu, de los pobres y las mujeres. Es el evangelio de las parábolas de la “reconciliación” – el “perdón” – o mejor dicho la otra cara del amor.
En el evangelio según Lucas encontramos la famosa y hermosa parábola del Padre Bueno – aunque muchos de nosotros la reconozcamos como el hijo pródigo-. No estoy cambiando las parábolas, no. Quiero hablar del Padre Bueno que encontré en esta parábola, mejor dicho el que me hicieron conocer. Hace algunos años, en una celebración en Cascajal, el sacerdote que celebraba la eucaristía nos habló del Padre Bueno; para mi fue todo una revelación y a la vez una enseñanza que hoy quiero compartirla.
Cuando uno lee: “…Su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el cielo y contra ti, no merezco ser llamado hijo tuyo". Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, póngale un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado". Y comenzó la fiesta. Esta parábola, dice mucho más del Padre Bueno que del hijo. Esta parábola revela el Dios de Jesús y lo que quiere Dios para la humanidad – la reconciliación y el perdón plenos – hasta festejar.
Pero hoy, viernes santo, estamos invitados a reflexionar sobre esta palabra: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen. Lucas nos presenta a Jesús, fiel a su palabra, a su mensaje del perdón y de la reconciliación hasta el fin. Aún en la cruz, Jesús dice: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”.
El abrazo del Padre Bueno en la parábola, su reconciliación conmovedora, fueron revelados en el mismo Jesús que vivió esta misma reconciliación con tantos hermanos hasta su muerte. Y justo esta parábola, tan grabada en el corazón de miles y miles de cristianas y cristianos, habla también de un Padre Bueno, uno que sabe esperar al hijo perdido. En un momento, el padre mismo dice: “Mi hijo estaba perdido y fue encontrado”, “mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida”.
Qué difícil hoy para miles de madres y padres peruanos que llevan en sus corazones el grito silencioso: “mi hijo está desaparecido y no sabemos dónde encontrarlo”, “mi hija está muerta y no volverá más”. Estas madres y padres viven en nuestro país; nosotros aquí en Chimbote y en Santa conocemos a familias que todavía llevan el dolor de la ausencia injusta de sus hijos e hijas. Y qué difícil para nosotros hoy día unir esta palabra de Jesús crucificado: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”, con la realidad que muchas madres y padres sufren. En el distrito de Santa, conozco a un Padre Bueno. Se llama Jorge Noriega Cardoso, y ha llevado el dolor de la ausencia injusta de su hijo coincidentemente llamado Jesús, desaparecido por más de 17 años.
Don Jorge Noriega nos habla del perdón: “En esta Semana Santa quiero pedir a Jesucristo que me de fuerzas y valor para seguir exigiendo justicia. Cuántos Cristos vivientes, tantos torturados y desaparecidos... Claro que no hay comparación con nuestro Señor. Lo único que pido es que se haga justicia a tantas familias pobres...”. Además Noriega Cardoso agrega: “Pero si Dios perdonó a los verdugos que hicieron de su cuerpo un despojo; yo también como Padre pido que Dios perdone a esa gente que nos hizo tanto daño”. Finalmente el padre de Jesús Noriega Ríos, a nombre de los familiares de los Desparecidos de Santa, reitera el pedido al gobierno local o regional para la cesión de un lugar de memoria donde puedan recordar y honrar a sus seres queridos. Un derecho legitimo.
Sin duda, para los deudos, la vida ya no vuelve a ser la misma después de la muerte, pero se puede salir adelante a partir de la propia experiencia. Aprendamos a transformar el dolor y la impotencia, en amor hacia los demás. La reconciliación con uno mismo, con la familia y las amistades, con la comunidad, nos ayudará a continuar, a seguir adelante; resucitemos con Jesús para continuar con nuestra labor, con la búsqueda de justicia, paz y amor, pues otra sociedad es posible; pero no olvidemos lo que ocurrió en nuestro país a nuestros hermanos y hermanas, para que éstos hechos no vuelvan a repetirse.
Nosotros también somos capaces de continuar amando. Después de experiencias terribles, debemos reconciliarnos y mirar hacia adelante, pedirle a Dios con toda la fuerza de nuestro ser, que sane nuestros corazones lastimados y así poder seguir amando y perdonando como Jesús lo hizo.
Aprendamos de la naturaleza: Un árbol que ha perdido una de sus ramas después de una terrible tormenta, sigue siendo árbol; al año siguiente brotarán nuevas hojas, flores, frutos y semillas.
Sin reconciliación nunca podremos alcanzar la paz. Dejemos constancia de nuestra profunda convicción de seres humanos y echemos a andar una nueva vida donde el rencor y el odio no tengan espacio, donde el amor fraterno entre las personas sea el valor que domine sus actos. Tengamos presente en esta Semana Santa, que el acto de perdonar a los que nos han hecho daño, no anula la exigencia de la justicia humana.
Carmencita
ResponderEliminarFelicitaciones!!!! por tu blog. Está muy bueno, habla de ti, tu forma de entender la vida y de tu compromiso como comunicadora social.
Un abrazo y que bueno que aproveches este medio para socializar tus reflexiones, opiniones y todo lo que quieras compartir.
noriega en el corazón!
ResponderEliminarSi estas lineas llegan al Señor Noriega, le decimos que su dolor lo hacemos nuestro y que entiendo su sufrimiento; pero antes de que el le pida a nuestro Señor Jesus que perdone a las personas causantes de su dolor, el las debe perdonar para que pueda lograr paz y tranquilidad en su corazon, se que es dificil hacer esto , pero es la unica manera de llegar alcanzar el camino de Dios. EL señor ya perdono aquellos verdugos, pues su bondad y amor es infinito.
ResponderEliminarQue el Señor le de paz y lo ayude a sobrellevar esta Cruz tan grande que es la perdida de su hijo.
Que Dios lo Bendiga.